SE FUE SALOMÓN LERNER
Julio Mendoza García
La crisis en el ejecutivo ha llegado a su agudización extrema produciendo la renuncia del, ahora ex, Primer Ministro Salomón Lerner.
Lerner, en el gobierno de Ollanta, buscó expresar el gobierno de amplia coalición (no orgánica) que se planteó en la segunda vuelta electoral, en oposición a la alternativa del neoliberalismo duro, de la dictadura y la corrupción que representaba Keiko Fujimori.
El fracaso de Lerner expresa que la contradicción cambio o continuismo no había desaparecido. Que en cualquier momento puede reposesionarse, como contradicción principal, en el escenario económico, político y social. Que sólo había sido desplazado por la contradicción democracia y honradez versus dictadura y corrupción que polarizó la escena política en la segunda vuelta electoral.
Los conflictos embalsados, que dejara el gobierno de Alan García, se expresaron principalmente en la contradicción pueblo, medio ambiente y lucha por desarrollo industrial sostenible versus; el modelo extractivo, depredador y de estancamiento industrial que caracteriza al neoliberalismo en el Perú, en beneficio de la granburguesía financiera y minera que está al servicio de la transnacionales, del imperialismo y que beneficia una ínfima parte privilegiada de la población.
El gabinete Lerner tuvo que afrontar esos conflictos. Lo hizo, debemos reconocerlo, con voluntad de diálogo. Especialmente en el conflicto emblemático (no resuelto aún) de Cajamarca. Su “línea directiva”, lo expresa en su carta de renuncia, ha sido “el diálogo y la búsqueda de consensos evitando la confrontación entre peruanos que reafirma nuestra vida y vocación democrática”.
Lerner se va entonces porque esa línea directiva no ha sido respaldada por Ollanta. Por el contrario, fue dinamitada por Valdez y Ollanta. Oscar Valdez el Ministro del Interior entonces actuó como alfil de la derecha cavernaria que quiere “Conga va, sí o sí” a sangre y fuego. Por su parte Ollanta, decretó el Estado de Emergencia sin reunión del gabinete (lo que es inconstitucional) desautorizando totalmente a Lerner. El fallido golpe de estado en Cajamarca que bloqueó las cuentas del gobierno regional fue otro paso. Y el colmo fue la detención arbitraria, matonesca e ilegal, de Saavedra y otros dirigentes cajamarquinos. Obviamente ordenada por Valdez, dejando mal parado al entonces Primer Ministro. Tal vez el mayor mérito u error de este último, dependiendo de quién lo juzgue, fue esperar unas horas para que, democráticamente, el pueblo cajamarquino aprobara el acta preparada por sus representantes y Lerner y levantara el paro indefinido. Ollanta se opuso, no quería, al parecer, este triunfo democrático de su Primer Ministro y el pueblo de Cajamarca.
Entonces, a Lerner no le quedaba otra que la renuncia si es que no se aferraba al cargo por el cargo, si actuaba con dignidad y desprendimiento democrático. ¡Y vaya que lo ha hecho! Más allá de los procesos políticos, este gesto, esta actitud, adecenta a la política. Cosa totalmente extraña en el escenario de la democracia formal en el Perú: La de la corrupción y el “lobby”.
Óscar Valdez ha sido anunciado como nuevo Primer Ministro. Ya conocemos su “línea directiva”, insurge contra el diálogo y el consenso. El autoritarismo es su sino, más aún, el autoritarismo al servicio de la derecha, de las transnacionales mineras. Estas que son el símbolo de la inversión pero de la pobreza de la población en sus zonas de actuación. Que son el símbolo de la depredación del medio ambiente. No es su origen militar (ex comandante del Ejército Peruano) que define principalmente su autoritarismo, es su ubicación política de “empresario” al servicio del modelo económico que es funcional al autoritarismo y/o la dictadura.
La hoja de ruta, al parecer, no sería el último paradero en el viaje programático del (¿aún?) nacionalista Ollanta. En su camino incesante de la izquierda hacia el centro, lo ha hecho con tanto ímpetu y fuerza, que se va ubicando, por inercia, en la derecha.
Se va Lerner, no envuelto en escándalos de corrupción (como Jorge del Castillo y el APRA) sino en defensa coherente su “línea directiva” de diálogo y búsqueda de consenso. Tirios y troyanos debemos reconocer este acto de decencia política.
El gran cambio sigue esperando a la gran unidad de todos quienes quieren una patria soberana, con democracia real, desarrollo industrial sostenible y justicia social.
10/12/11
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